viernes, 12 de septiembre de 2008

Entrevista a Raul Gonzalez Blanco

Rápido, intuitivo, valiente, goleador... Raúl reúne todos los calificativos que desea un futbolista. A los 19 años consiguió más que la mayoría de los jugadores cuando pasan balance al final de sus carreras.

Es un ejemplo para los aspirantes al triunfo. Ha sabido abrirse paso en un vestuario lleno de estrellas. Raúl dio vida a un equipo herido de muerte y consiguió ser bien recibido en territorio enemigo.

"ME SIENTO MUY ESPAÑOL"


Ya han pasado diez años de profesional.


Diez años, 500 partidos... Lo ves y no te lo crees. Son sensaciones bonitas y extrañas. Nunca me pude imaginar que iba vivir esta situación. Estoy contento y satisfecho, con ganas de dar guerra y disfrutar con el equipo que cambió mi vida. Tengo amigos y ganas de seguir.



¿Y ahora cuáles son sus próximas metas?


Las metas se marcan día a día. Hace diez años no me podía imaginar que llegaría hasta aquí y hay que vivir el presente. Mi próxima meta es ganar el partido contra el Getafe, poder jugar y meter goles intentando que la gente disfrute y se vaya contenta a su casa. He conseguido muchos títulos y he perdido otros con temporadas decepcionantes. Pero esa es la grandeza del fútbol y de vivirlo en el Madrid. Aquí todo tiene mayor trascendencia. Quiero seguir disfrutando de mi profesión. Aún me queda mucho por dar.



¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su carrera?


El mejor fue el primer partido. Fueron unas sensaciones irrepetibles, muy bonitas. Un día antes ya sabía que iba a jugar, viajé con el equipo, recuerdo las sensaciones de la noche anterior y de la mañana del partido, lo que ocurrió en el campo aunque no ganamos. Recuerdo la alegría de mis padres, de mi familia, de mis amigos, de la colonia Marconi. Fue allí cuando mi vida cambió. Lo peor fue en 1997 cuando sufrí una lesión de pubis. Tuve molestias todo el año y veía el sufrimiento de mis padres y amigos. Se dijeron muchas cosas que no eran verdad. Fue un momento de sufrimiento físico y psíquico por los comentarios extradeportivos que perjudicaron a mi entorno y a mí.



¿Qué personas destacaría en estos diez años?



Es muy difícil elegir sólo a una persona. Valdano ha sido para mí una de las más importantes. Le dio la confianza a un chico de 17 años que nadie conocía y que esperaba triunfar. Me dio su confianza, su amistad, sus consejos y me hizo creerme que podía jugar al nivel más alto. He mantenido su amistad y tengo mucho que agradecerle. Luego hay más: mis padres, mi familia, mi mujer y ahora mis dos hijos. También Ginés Carvajal. Formamos un dúo y seremos inseparables hasta la retirada.

¿Con qué jugadores se ha divertido más?





Con muchos. Todos mis compañeros tienen una gran calidad, así que disfruto con ellos. Con quien más feeling he tenido en el campo ha sido con Redondo y Fernando Hierro. No hacía falta decirnos nada, con una mirada nos bastaba para entendernos, para dar la vuelta a una situación complicada. No quiero dejar de nombrar a Laudrup, Zamorano, Mijatovic, Suker, Seedorf o los actuales. Todos aportaron su granito de arena y me ayudaron ser mejor cada día. He disfrutado viendo a Laudrup en el vestuario, cómo tocaba el balón y no se le caía. Intento observar, pero no soy de hacer bicicletas o la ruleta como Zidane. Disfruto viéndoles, pero tengo mi propio estilo y me ha ido bien.


¿Y de qué título se siente más orgulloso?


De todos. Ha habido partidos como el la Intercontinental y conseguir ese gol fue una recompensa al trabajo y al sufrimiento. Guardo con cariño lo del aguanís.


¿Ha sido su mejor gol?


Ha sido uno de los goles más importantes y bonitos de mi carrera y, además, en una final. Es el gol soñado porque faltaban ocho minutos y suponía un broche de oro importante tras un año de sufrimiento.


¿Qué recuerdos guarda de aquel partido en La Romareda?


Me sentí contento y satisfecho porque había participado mucho en el juego. Pensé que podía jugar más partidos. Mi cabeza pensaba en estar en el siguiente partido, sabía que lo tenía difícil. Tampoco sabía si iba a volver al Segunda B, al Segunda A o me iba a quedar en el primer equipo. Era una situación rara, pero en mi cabeza siempre creí que tendría otra oportunidad. Cuando Valdano me comentó que jugaría contra el Atlético, me dije: Esto no se me puede escapar. Quería marcar un gol y logré dos. Uno de ellos fue a pase de Laudrup. Hasta me hicieron un penalti. Me fui a casa como paseando por las nubes. Fue sensacional.


¿Le gustaría acabar su carrera aquí o probaría otras Ligas?


Quiero vivir el presente. En diez años no he tenido ninguna lesión grave. Cuando te gusta jugar, lo haces con gusto. Tengo contrato hasta el 2010 y espero estar seis años más a buen nivel. Cuando se acerquen esas fechas tendré que valorar. Sólo pienso en el Real Madrid. Cuando un compañero se va del equipo siempre hace el mismo comentario y te dice que, aunque le vayan bien las cosas, echa de menos jugar en el Madrid. Quizá en otro club ganas en tranquilidad, pero cuando estás fuerte mentalmente, tienes la capacidad para seguir. Pero eso no quiere decir que mi decisión pueda variar en algún momento


Y lo único que le falta es la Copa del Rey y un gran título con la Selección.


La Copa del Rey es una espinita que tengo clavada. Ojalá la podamos conseguir algún día. Es una pena que hayamos estado dos años tan cerca. Perderla en la final te deja especialmente dolido. Espero que no me retire sin ella. En cuanto a la Selección, ganar algo con la camiseta de España sería una de las mayores ilusiones. Me siento muy español. He disfrutado viendo jugar a la Selección cuando era pequeño, tuve su uniforme y ojalá que pueda vivir un triunfo como jugador, pero si un día me retirase iría a apoyarla y a celebrar con toda España un título con la selección.




Dicen que es un jugador ocho, ¿en que se considera un diez?


En nada. Es muy difícil poder decir que alguien tiene algo de diez. Soy un buen futbolista, he ido progresando y mejorando muchas cosas. He tenido buenos entrenadores y la capacidad para aprender. Además, he jugado en distintas posiciones y eso me ha hecho madurar futbolísticamente. Tengo ganas de ganar, mucha ambición y nunca me conformo.


¿Sigue pensando que lo mejor está por llegar?

Sigo pensando que lo mejor está por llegar. He tenido algunos problemas físicos y, si hubiera menos partidos en cada temporada, daría más rendimiento.


¿Qué le parece que, en el fondo, siempre se le discuta?


Eso forma parte del fútbol. No vivo del pasado, ni de los títulos que tengo. Si pierdo el domingo me iré enfadado a casa. Hay altibajos físicos. A veces la pelota no entra y, otras veces, no sabes cómo lo haces. Las críticas son buenas para mejorar. También hay una facilidad para el halago. Siempre he vivido una situación privilegiada. He tenido la confianza de los entrenadores y he jugado. Pero llegará el momento en el que tenga que vivir otra situación y ahí también intentaré superarla. Cada día es un reto. También viene gente joven por detrás que puede batir esos números. Pero vivo el día a día. Estos días son especiales, pero a partir del domingo, cuando salte al campo, todo eso se olvida.


¿No darle el Balón de Oro es injusto?

No. Creo que es muy complicado ganarlo. Me siento orgulloso de las veces que he estado en la pelea por conseguirlo. Es un premio muy especial, pero no es mi meta. Tengo otras mejores a corto plazo. Y si no lo consigo yo, espero que lo logre otro español.


¿Le gustaría ser entrenador cuando deje esto?


De momento no. Puede ser una de las posibilidades. Me gusta el fútbol y cuando me retire seguiré ligado a él, pero no sé en qué función.


¿Cree que saldrá otro chaval como usted?


Es difícil, pero con el tiempo va a volver a salir gente joven. En el Madrid juega gente joven, pero es difícil encontrar un hueco. Lo mío nadie lo podía imaginar. Estaba jugando en juveniles y, en tres meses, pasé al primer equipo.


¿Cómo logró cambiar el chip al pasar a ser un chico conocido?

Es complicado y durante estos años he vivido varios procesos. Con 17 años no tienes ni tiempo para pensar. Mis compañeros me han recordado aquella foto en la que me subí a un elefante y se reían. Son situaciones que, quizá, hoy no repetiría, pero en ese momento no lo piensas y te hace gracia. Luego uno va madurando y la vida te va marcando el camino.

¿Es un viejo prematuro?

No. Me siento joven. Me sentiré así cuando tenga 32 años y me vaya quedando solo y vea la realidad.

¿Pensó que usted iba a sentar al Buitre en el banquillo?


Fue producto de las circunstancias. Emilio jugaba poco, creo recordar que debuté porque iba a jugar Zamorano y se lesionó. Ahora bien, llegar al vestuario y ver a Emilio en el banquillo era una situación extraña, pero fue más complicado para el entrenador. A las tres semanas de debutar Emilio me invitó a su casa y me dio todo el apoyo y buenos consejos.


¿Eso que hizo Butragueño, lo hace usted con los canteranos?


La gente veterana tiene que ayudar a la gente joven. Cada uno tiene su forma de ser, su carácter y tienen que abrirse su propio camino. Cada uno se tiene que dar cuenta de las cosas. Les dejo libertad y les digo que si tienen problemas y dudas se pueden acercar a mí. Yo sólo aconsejo, nunca obligaré. Cada uno tiene libertad para elegir.

¿Le gustaría recibir un homenaje por estos diez años, como hacen en Inglaterra?


Allí existe otra cultura. Para mí lo que es un homenaje es poder jugar en el Madrid cada día. No puedo pedir nada porque me siento contento con todo lo que me ha dado. Es como estar en mi casa y, si algún día deciden darme algo más, me sentiré muy halagado.

¿Ve en algún jugador a su sucesor?


Hay muchos jóvenes con calidad, pero no se le puede meter presión innecesaria a un futbolista con comparaciones.

¿Es ya su familia del Madrid?

Mis padres sí, mi hermano no. Sigue siendo atlético. Se alegra de mis goles, pero que no sean al Atlético.

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